Uno de los tantos visitantes del primer día de la exposición, se presentó ante Alejandro y comentó algunos detalles de su vida los cuales fueron de suma importancia para la muestra. Su nombre era Hugo Ballesteros, vivía a unas pocas cuadras de la escuela. Al igual que Liliana, se había enterado de la exposición por la nota publicada en el diario de Clarín (ver nota del diario Clarín Zonal Morón-Ituzaingó del Jueves 17 de mayo). Hugo contó a Alejandro su experiencia en el uso de diferentes computadoras en el ámbito empresarial, durante la década de los setenta y ochenta.
Un dato curioso fue la tenencia de un disco duro de 10 MB de gran tamaño el cual habia traído a la muestra en el baúl de su auto con intención de donarlo.
Así que Hugo y Alejandro se dirijieron al baúl del auto de Hugo para retirar el disco duro. Alejandro en ese momento pudo notar sus dimensiones y peso, que muy poco relación tenía con uno de 5 1/4 pulgadas como los que se exhibían. Era un disco duro que pertenecía a una computadora no hogareña, sino empresarial. El mismo fue usado a principios de la década de los ochenta en el lugar donde trabajaba Hugo y cuando este entró en desuso, Hugo lo conservó en su casa.
Ya con el disco duro ubicado en una mesa de la sala de exposición, Hugo comenzó a dar una charla a los concurrentes acerca de las características del mismo. Poseía una capacidad de almacenamiento de tan sólo 10 Mega Bytes, que para la época, principios de los ochenta, era una capacidad más que interesante. Y que además para poder ser ultilizado debía conectarse a una tensión de 110 Volts.
También nos comentó que disponía en su casa de la placa controladora del disco duro, la cuál recibía el nombre de Nevada debido a que su forma presentaba una gran similitud con la del estado norteamericano del mismo nombre. Finalmente acordamos con Hugo pasarla a buscar por su casa la siguiente semana.